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aunqueseaceniza

en las grietas

Como un sueño tranquilo

G.: --¿De quién es esa música?
M.: --Es Mozart. ¿Por?
G.: --Hace que todo parezca estar en su sitio.

Afuera el patio respira en calma, como si los tejados y las ventanas iluminadas hubiesen llegado a un acuerdo.
A un acorde, quiero decir.

De las 1001 noches...

a

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ... me quedo con la dulce, dulce lengua de M.

a

Salamanca

Salamanca

Al llegar al hostal, el recepcionista les propone cambiar el cuarto inicialmente reservado por otro más lejano a la puerta y a los consiguientes jaleos. Cuando suben a la nueva habitación, se encuentran con dos camas. Las unen; pero la juntura entre ambos colchones viene a ser para los cuerpos como la espada entre los de Tristán e Isolda.
a

La reina de las nieves

Gerda se despierta de madrugada; ha sentido frío. Echa mano de la manta que por si acaso descansa junto a la cama, en una banqueta. La despliega y la extiende sobre su mitad. Entonces Kay también despierta. Se le pega al cuerpo, cruza un brazo más allá de su cintura, cubre sus caderas con un muslo.

Hay momentos así, en que el invierno cesa.
a

Ayer

Ayer

Es temprano por la mañana. Camino hacia el trabajo. Vuelvo la cara un momento hacia la claridad convocada al fondo de una avenida, sobre la riada del tráfico.
Podría tratarse de una ciudad ajena, me digo.
Podría estar caminando por cualquier calle del mundo.

Para qué luz mi corazón entonces.

Ser solo así

Ser solo así

a

a

a

a

Tan simplemente.

Ja ja ja

L. me hace una sesión de acupuntura,
y a los pocos minutos de estar con las
agujitas puestas y escuchando la música,
me sobreviene un ataque de risa.

Las discontinuidades espacio-tiempo,
que les da por abrirse en cualquier parte.

Festejos

Festejos

Profeso, con fervor, el absurdo.

Al carajo con el nihilismo.
(Desagradecida soy, después de tantos servicios prestados.)
Contra el no, celebración y prímulas.

Mínima y frágilmente.
(Las

Rituales de aparición

Rituales de aparición

a
¿Podría esta gloria de color encontrar mejor excusa que los pétalos del Zygocactus para aparecerse todos los años?
a

Afasia

a
"[...] se dice, con Carpentier, que América es el mundo de lo real maravilloso, para cuya descripción los primeros europeos llegados al nuevo mundo reconocieron no disponer de palabras suficientes y precisas [...]"

Darío Villanueva y José María Viña Liste,
Trayectoria de la novela hispanoamericana
actual. Del "realismo mágico" a los años
ochenta
, Madrid, Espasa-Calpe, 1991, p. 45.

De la crítica literaria aplicada a la experiencia amorosa.
Yo me encuentro en pleno síndrome de afasia por descubrimiento.
a

Así ensoñada

Así ensoñada

Picasso, El sueño. 1932. Colección de Mr y Mrs Victor W. Ganz. Nueva York.

L.: --Pero a ver, descríbelo; ponle adjetivos, adverbios.
G.: --No puedo: se me va todo en sonrisa y no me queda para palabras.

(Siempre quise saber qué murmullo manso y encantado se deslizaba tras los ojos de esta durmiente. Hoy sé que ninguno más dulce que bajo los míos si los cierro y me acuerdo del martes cuando empezaba a ser miércoles.)

 

۲ ﻣﺭﺗﻦ

۲ ﻣﺭﺗﻦ

Marc Chagall, El paseo. 1917. State Russian Museum. San Petersburgo.

Córdoba

Córdoba

aaaaaaaaaaa

aaaaaaaa 

 a

aaaaaa

aaaaaaaaaaaaaaaaa

aaaaaaaaa

aaaaaaa

aaaaaaaaaaaa

Íntimo bosque de piedra, el alma a la sombra de su ensueño recóndito.  He aquí cómo se construye el aire, cómo confiar al regazo penumbroso de la luz la imagen del corazón que tiembla.

Mis pies

Mis pies

Se los ve tan seguros sobre el suelo, que habrá que seguirlos a donde vayan.

a

Viaje al origen

Viaje al origen Todo comenzó tras esa puerta.  No en el Esperón ni en el paseo de Alcalá ni en la casa de 3 pisos —oh prodigio de ladrillo que el dinero trajo— de la tía Santos; sino camino de la Salá, bajo el techo de los don nadie (el último toque de la bandurria, según inspirada metáfora musical), al fondo del callejón sin salida que desde este caluroso agosto postmoderno sube con arabesco de laberinto musulmán hasta el lugar recóndito en que mi vida pulsa su comienzo incesantemente.  Tras esa puerta roída por más de 90 años hay un montón de cascotes entre los que las ratas corren, y hay una mujer que enciende un quinqué porque la noche ya cae sobre el trabajo del fragüero.  Tras esa puerta están la ruina del tiempo y el corral donde juega mi tío con cuatro piedras.  Está la niña cursi a la que la familia no permite casarse con el hombre más guapo de Alcalá de los Gazules —esa tez en la que se intuyen todos los lugares del deseo, esa mirada donde se mece el turbio océano que también ondula en los ojos de los alcalaínos durante este caluroso agosto, ese inconveniente de pertenecer a la estirpe de los chulos (el último toque de la bandurria, ah las creaciones de la lengua popular)—; pero que al final se casa con él (el otro novio bajó una mañana del cementerio brioso y pletórico de fusilamientos: María, vengo de sangre hasta aquí), y vive en el cuchitril de un suburbio sevillano donde cría a mi madre y a mi tío mientras teje el mito de su perdida riqueza y sueña con un piso en propiedad.  Tras esa puerta está mi hermana poniendo en órbita la vida, está la histeria posthippie de mi vecina, está el pozo con roldana del que inagotablemente brota la generosidad de N.  Está mi cama y está tú habitación y un taxi en la Meridiana.  Está el paisaje de luz rotunda que en el sencillo horizonte de cada dehesa alumbra un relato de mi abuela.  Está el hermano borracho de mi abuelo rodando por las calles del pueblo.  Está la modistilla sevillana que conoce a un hombre por correspondencia y se casa con él en Barcelona.  Está el despacho universitario donde su hija escribe un post medio clandestinamente.  Está la calamitosa vida sentimental de esa hija, y este cielo que le madura las lágrimas, y el deseo que acaricia con morosidad el cuerpo insignificante de unas pocas anécdotas (M. me mira de reojo con una dulce desconfianza: mientras lía un cigarrillo busca el motivo con que traerme de vuelta a la conversación de la que me he exiliado recién acabada la cena).  Está el interno de 8 años que agarra con temor prehistórico el teléfono, trastornador endiablado de tiempo y espacio que trae hasta él la voz de sus padres (de mayor quiere ser administrativo, conocer por carta a su mujer y crear con ella un monumento al absurdo en cada una de las broncas que levantan al dios de la nimiedad: mucho, mucho ruido).   Está una mujer que sale a buscar el pan en alpargatas (la de Salvaorillo el chulo, lo más bajo de Alcalá, el último toque de la bandurria). 
Está el pulso del tiempo desparramándose de aquí a 1000 kilómetros de distancia. 
Están las vigas caídas. 

No traspaso la puerta.
No quiero que las imágenes huyan en desbandada. 

Versus nihil

Versus nihil

aaa

Pero, ¿cuáles ojos humanos
Sabrían prescindir de una flor viva?
Junto a una sola hoja de hierba,
¿Qué vale el horrible mundo práctico
Y útil, pesadilla del norte,
Vómito de la niebla y el fastidio?
Lo hermoso es lo que pasa
Negándose a servir.

b

Poética II

Me gustan las cosas breves e intensas, como la taza de café que me tomo con mi madre todos los mediodías.  Las semillas y los virus son pequeños, pero pueden provocar contagios de extensión incalculable.

Así también las palabras.  (E. D. dixit.)

 

Poética

y ahora sé por qué la brevedad
conozco el motivo de esa concentración
por qué esas cajitas
porque en ellas es posible dar con cosas muy pequeñas que sin embargo tienen la capacidad de ser enormemente terribles
es fácil en la torrencialidad encontrar multitud de cosas tremendas
eso es normal
no hay más remedio
pero que algo tan pequeño pueda contener un horror inmenso o una inmensa luz
eso
eso solo
(para la fascinación siempre fui una niña)
ya es el milagro

Vive la France!

Un 10 para los franceses. 

(El neoliberalismo, no obstante, considera que la victoria de los derechos sociales es producto de la decadencia europea...  Ah, pero qué poetas, qué hermosa perversión del lenguaje.)

Color, pétalo, tesón

Color, pétalo, tesón

...para mí, para quien las flores forman parte del deseo...