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en las grietas

A veces

A veces La piscina.  La luz del sol en las duchas a la una de la tarde.  Esa luz que viene de otro lugar y de otro tiempo.  Ella y las baldosas blancas, el agua caliente.  Estar en ninguna parte, bajo esa luz, ser otra.  Ser ajena, en esa claridad intacta, a cualquier miedo propio, a cualquier desvelo.  Solo esa paciencia de la luz que blanquea en las baldosas.  Solo eso.  Y otra.

Què hi ha dins les closes flors nocturnes?

Què hi ha dins les closes flors nocturnes?

Lo que me ha traído la subida de temperaturas.

¿Maldita sea, cómo era aquel poema de Laura Pozzi?

 (Anna Dodas)

M. C. Escher, Prickly Flower, 1936 

de vilanos levantado 
su sueño quebradizo 
lámpara del deseo
sobre el tallo sostiene
el diente de león

(a sabiendas de que el viento,
de que la noche y el yermo,
que la ciudad estéril 
y sus hombres de hueso)

 


 

D.

D. Caspar David Friedrich, Mar de hielo, 1824. Kunsthalle, Hamburg (detalle).

Hace 6 años (Dios santo, 1999, no puedo ni creer que entonces yo existiera) apunté en un diario unas palabras de la Julia de Ana Mª Moix: "Se preguntaba una y mil veces por qué había de sufrir por algo tan sencillo, tan fácil para los otros".  Esta mañana he estado haciendo todas esas cosas minúsculas que entonces eran igual de nimias, pero que la desposesión (ah Emily Dickinson) hacía tan valiosas: ducharme, freír bacon, tomar prestadas unas películas, cantar, mirar la vista sobre la Meridiana después de haber pasado la noche con D.  He recordado a la Moix, y quizá también a Manolo García: "y ahora sopla el viento, cuando el mar quedó lejos hace tiempo; cuando no tengo barca, remos ni guitarra".  La verdad es que estoy exhausta de realidad, y a veces no acabo de saber bien dónde tengo los pies, dónde se encuentra mi júbilo, si es que no vive ya demasiado lejos de mí.  Tiempo, tiempo, un poco de tiempo para aligerarme de todos los pesos, para que pase el frío, para que crezca algo en tierra asolada.

(Si D. sigue siendo tan lindo, si sigue poniendo películas en mi mochila sin que yo lo sepa, algo podrá hacerse.)

Guiño

 

A mi lector invisible, del que nada sé (o quizá sí).

Para que el frío de Düsseldorf le sea leve.

 

Pájaro en flor

Pájaro en flor

Testimoniar, todos los inviernos, los delicados milagros del frío. 

Klimt

Klimt

Gustav Klimt, Rosal bajo los árboles, 1905 (detalle)

 

O la pintura como florecimiento del color en el lienzo.

 

Atacama

Atacama

El desierto de Atacama, en Chile, es uno de los lugares más áridos del planeta. 

Cada cuatro o cinco años, sin embargo, puede darse la casualidad de que caigan unos cuantos milímetros de agua por metro cuadrado, y entonces el desierto se cubre de un manto de flores en pocos días.

Nunca se sabe bajo qué tierra agostada están esperando las semillas.

Las malas lenguas

Las malas lenguas Santiago Auserón en el Grec(Agencia EFE)

Oh Dios, nunca me siento tan feliz como cuando el cuerpo se me llena de música.

¿Cuánto corazón es necesario arriesgar en lo que uno hace como para conseguir que la carne de un desconocido que escucha alcance esa felicidad sin fallo, esa felicidad sin fisura, esa felicidad absoluta, esa felicidad imperiosa y primitiva que no tiene agujero negro por donde llegue el desencanto?

Oh Dios, ni los ángeles del cielo ni los demonios del mar separarán jamas mi alma del alma de Annabel Lee. Y la voz de Sheilah Cuffy como un hondo viaje a mis más oscuras minas.

Mientras no amanece

Mientras no amanece Georgia O'Keeffe, White Camelia

Sueño que abro la persiana y que a causa del último riego las plantas han florecido, y entre los Zygocactus y las Impatiens han crecido la salvia y las campánulas y otros muchos colores que yo no tenía sembrados. Además el niño por el que no tengo la osadía de pisar la biblioteca de Latín pasea conmigo --charlamos-- y abre un enorme paraguas de lona cruda. Yo abro el mío --charlamos, plano picado de los dos paraguas-- y bailo, la la la.

Versus nihil

Versus nihil .

Las tortugas también vuelan

Las tortugas también vuelan De cuando la moral no es un criterio válido y la muerte es un reino más habitable que la vida.

Bahman Ghobadi
Las tortugas también vuelan

Agradecimientos

Agradecimientos Koldo Badillo ©, Cielo

Claudio Rodríguez: Vale dinero respirar el aire, / alzar los ojos...

A Blogia por quitar los cuadritos intrusos de la semana pasada. A Noemí por ordenarme la lista de verdaderas prioridades. A Guillén por ocupar mis jornadas laborales durante las últimas dos semanas. A Luisa por reaparecer con mi cuento. A los Cyclamen por seguir florecidos. Y a Gurb, siempre, siempre, por su simple y luminosa existencia.

Autovigilancia

Autovigilancia He soñado esta noche que estaba tumbada sobre la cama, en la oscuridad, despierta. El lado derecho de mi cara se plegaba hacia el izquierdo, y sobrevolándolo miraba al ojo de ese lado. Era de un verde transparente, y guardaba dentro una especie de mundo, como si corriera un agua suave por debajo de su córnea, como si esta fuese la cristalera por donde se adivinaba un fondo submarino.

Silencio

Silencio Edward Hopper, Room in Brooklyn, 1932. Fragmento.

Cómo llega uno a pintar lo sencillo, lo callado, lo sumido en su soledad, en el momento inminente de revelar un secreto.

Pequeñeces

Pequeñeces Por fin ha florecido el Zygocactus: he estado esperando semanas para poder ver este pájaro siempre a punto de levantar el vuelo.

Con Luisa

Con Luisa Como el barón de Munchausen al caer con su caballo en las arenas movedizas, tiro de mi propia coleta para salir del paso (créeme, Julia: es el mejor procedimiento, y el único, además). Entonces sucede que viene Luisa a verme y nos quedamos dos horas delante de El viaje de Chihiro. Porque Luisa quiere poco menos que yo le escriba un cuento para niños. ¡Un cuento para niños! ¡Pero si yo jamás he escrito para niños! ¡Pero si eso es dificilísimo! Esta mujer no sabe lo que se dice, pienso yo; pero como lo afirma todo con una seguridad mansa y por eso mismo inquebrantable, le digo que sí, que vale, que yo le escribiré el cuento que ella quiere ilustrar. Y como necesitamos un hilo del que ir tirando para encontrarnos con las imágenes de nuestra historia, comenzamos a devanar una madeja de recuerdos, obsesiones y deseos irresueltos. Es así como Luisa consigue remover mis aguas estancadas y hacer que de ellas salgan los antiguos dibujos, mi foto con dos años (cómo explicar que partió un barco de mí llevándome), aquel libro rojo que deseché y que ella rescata llevándoselo a su casa, los actos libres de la que yo solía llamar "mi pequeña bruja", e incluso esa fijación que tengo con la más hermosa de las metáforas del corazón que yo haya visto nunca en una película (aquel cuenco roto y grapado que Zhang Yimou coloca como una pequeña y límpida revelación en El camino a casa). Todo eso lo saca Luisa a flote, y así resulta que después de tanto tiempo sin reconocerme en la alegría suficiente de la foto, vuelvo por una noche a sentir que sí soy yo, que en el círculo que dibujan la chiquilla y el azogue estoy yo en la superficie reflejada al cabo de 26 años, y que ella sonríe porque me ve aquí, ciertamente menoscabada por los trabajos y los días, pero resuelta a no defraudar aquel sueño de sí misma que la niña auguraba más allá del espejo.

Dónde resiste la vida

Dónde resiste la vida Ada Sacchi, cárcel de Caseros (Argentina)

"Bajo Brezhnev --que no era lo peor, era grave pero no era Stalin-- había una joven rusa en una universidad, especialista en literatura romántica inglesa. La metieron en un calabozo, sin luz, sin papel ni lápiz, a causa de una delación idiota y completamente falsa, ni falta hace aclararlo. Conocía de memoria el Don Juan de Byron (treinta mil versos, o más). En la oscuridad lo tradujo mentalmente en rimas rusas. Sale de la prisión habiendo perdido la vista, dicta la traducción a una amiga y ésa es ahora la gran traducción rusa de Byron.

"Ante ello, me digo varias cosas. En primer lugar, que la mente humana es totalmente indestructible.

"En segundo lugar, que la poesía puede salvar al hombre. Hasta en lo imposible.

"En tercer lugar, que una traducción, incluso con la imperfección humana, traduce lo que traduce, lo cual es otra manera de decir que hay una relación entre lenguaje y realidad.

"Y en cuarto lugar, me digo que debemos ser muy felices."

George Steiner en diálogo con Antoine Spire, La barbarie de la ignorancia, Madrid, Taller de Mario Muchnik, 1999, pp. 118-119.