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Cuando las barbas de tu vecino veas pelar...

Cuando las barbas de tu vecino veas pelar...

« Sarko, il faut qu’il parte maintenant ! Il nous prend pour des chiens, pas pour des êtres humains. Alors, c’est en foutant la merde qu’il nous entendra. »

Me hace mucha gracia que los informativos de Antena 3 hablen de "los violentos" .  Y que se considere "vandalismo" a la II Revolución Francesa (la del 68 fue un chiste de clase alta).

No se habla nunca de la violencia institucional.  Nunca se considera que el silencio de las insituciones, la indiferencia ante el ciudadano (cuando no el más absoluto ultraje), alimentan una impotencia cuya acumulación progresiva tiene que acabar reventando por algún lado (lo primero que debería hacer todo político, tal y como está el actual patio económico, es aprender ese sencillo principio de la olla a presión).  Decía Pierre Bourdieu que la ley de conservación de la violencia no perdona y que hacerle la vida insoportable al ciudadano (se refería al paro estructural, al descenso del poder adquisitivo, a los despidos, a la precariedad laboral, al racismo) siempre acababa teniendo consecuencias devastadoras: un mal programa de vivienda podía derivar, al cabo de 20 años, en graves alteraciones sociales.

No se puede persuadir al ciudadano de sus derechos para después negárselos.  No es posible educar a una sociedad en el convencimiento de su igualidad, su libertad y su fraternidad, para después someter a parte de ella al más flagrante agravio comparativo.  Porque entonces los agraviados reaccionan tal y como han sido educados: orgullosamente encolerizados.  A quién se le ocurre, teniendo además de por medio a un islamismo dispuesto a rentabilizar la ausencia del Estado.

Y por cierto: que vaya tomando nota el Ayuntamiento de Barcelona.  Cuando en una de las sociedades europeas más atentas al problema social ha tenido lugar semejante estallido, no quiero imaginar lo que puede ocurrir de aquí a 20 años en un país donde el estado de bienestar no ha pasado de ser una promesa actualmente en franco decaimiento. 

 

Violencia inmobiliaria

Violencia inmobiliaria

A Salvador Miralles Albesa han querido asesinarlo por haber impedido la recalificación de 15.000 m2 en Torroelles de Foix.  El sector de la construcción ya no se anda con chiquitas: ha pasado de un mobbing inmobiliario que no deja huellas (no huellas legalmente punibles, por lo menos) al matonismo de encargo.  Y se comprende: lo que hay en juego no es poco.  Barcelona entera es actualmente la presa de un plan económico destinado a convertirla en centro de inversión de capitales, plan que hace de la burbuja inmobiliaria un medio excelente de presión contra todos aquellos grupos de ciudadanos que no encajan en la nueva imagen de la urbe o en los nuevos medios de producción económica.  Para venderse más y mejor, hay que lavarse la cara, barrer las calles y montar el escenario.  Y a los que no son director de escena no les queda más remedio que cumplir con el papel asignado, sea de anciano acosado por la empresa de turno que quiere comprar la finca donde es el único vecino que todavía no ha vendido, sea de joven mileurista con la independencia hipotecada, sea de víctima de la Cosa Nostra. 

Después van por ahí endilgándonos el discurso del civismo.  Como dice Julia: que los pisos estén por las nubes y los sueldos en la alcantarilla es cívico de cagarse (perdonen ustedes que me ponga parriana, pero es que cuando me doy tal dosis de realidad, me da por hablar de la mierda). 

Yo, por eso, suscribo todo lo que dice este documentito, aunque todavía no ande más que en pañales.

Barcelona

Tenía que ser Manuel Delgado quien contestara así (el original aparecía en El País) a la histeria civilizadora de Bohigas y Azúa (por cierto, y atendiendo al artículo que puede leerse en los bajos de Indymedia, también publicado originariamente en El País: que la cabra siempre tira al monte, ay, para desengaño de tiernas modistillas desprevenidas). Y siguiendo con los motivos para el descontento social, después de leer esto ya no sé si abandonarme al desaliento o felicitarme porque hayamos conseguido tal nivel de democracia entre sectores profesionales.

Promiscuidad de los hechos

Promiscuidad de los hechos Vuelva usted de vacaciones para enterarse de esto y de esto. Por suerte también he descubierto una web preciosa y he disfrutado cual criatura de tres años con la última maravilla de Tim Burton.

Plaça Reial

Plaça Reial Recuerdo aquella historia de Amores perros en que una modelo se desquicia a causa del ruido provocado por lo que ella supone una invasión de ratas bajo el parquet de su nuevo apartamento. También recuerdo la asociación inmediata de Julia: los desharrapados reproduciéndose bajo los cimientos de la ciudad construida por el dinero (o versión mejicana de Metropolis).

Parece ser que al señor Bohigas le está ocurriendo algo semejante.

Manifiestos y dolce far niente

Manifiestos y dolce far niente Christopher Rossi, Martini

Acabáramos. Ya me olía yo que lo del dichoso manifiesto no pasaba de ser una pataleta de intelectuales, simple cuestión de mantener entretenida a la familia: los enfants terribles de la elite catalana épatant a sus correctos padres políticos. Y claro, hay que darles las gracias por querer representarnos, por tomar a su cargo la misión de darnos la voz que no tenemos (por lo visto, los ex-novísimos que primero la denostaron, andan nostálgicos de los tiempos de la poesía social). O eso es por lo menos lo que se desprende de lo que escribe hoy Arcadi Espada --uno de los firmantes del Manifiesto-- en su blog. Qué dulce, ¿no?, debe de ser apurar un Dry Martini una hermosa tarde del recién estrenado verano, mientras en el trastero mental se juguetea con la ocurrencia de impulsar la creación de un partido político.

Els altres andalusos

La complejidad del júbilo

Mira que a mí no me gustó en absoluto la propuesta de Peter Sloterdijk en Normas para el parque humano; pero cuando lleva la razón hay que reconocérselo: una jovialidad no tomada a la ligera. Pues eso.

Cacerolazos

Cacerolazos Me contaba una amiga hace poco más de un año cómo su novio argentino le decía que, antes de producirse en Argentina la devacle económica, los acontecimientos seguían un curso parecido al de aquí: progresiva pérdida de la capacidad adquisitiva de la clase media, endeudamiento cada vez mayor de las familias, vivienda por las nubes y mamoneo empresarial (de este mismo protestaba la novia de otra amiga mía, al preguntarse para qué narices había salido de Argentina si aquí se encontraba con la misma picaresca contractual). Ayer mismo, Sonia afirmaba que esto iba a petar un día por alguna parte, que el estrechamiento del embudo iba a acabar desembocando en una situación insostenible. Yo no sé si tendremos o no estallido; el caso es que me recorre un ligero escalofrío al leer cosas como esta. Después me entra una melancolía del tipo así.

En fin, no sé si largarme a repoblar un rincón en los Pirineos, la verdad.

Vivienda

Lo que nos faltaba: ahora, también, la soledad socialmente programada.

No estaba muerto

Vaya vaya con el señor Paesa...
Si resulta que estaba bebiendo caña...
Joer, con 300 millones de las antiguas cucas, yo también hago bromas de esta clase (aunque sin mafia rusa, gracias).

Antonio Rubio, El muerto está vivo

Arrieritos somos...

Arrieritos somos... Juan Rulfo, Arrieros

En el último disco de Calamaro, ya domesticado el furor creativo que lo poseyera en El Salmón, mi tierno canallita argentino versiona El arriero de Atahualpa Yupanqui con la dulzura maestra que corresponde a ese personaje --a veces épico, a veces resignadamente humano-- del que día y noche se halla en el camino. Hecho el retrato del tal, hay un momento del estribillo en que la canción dice (pero hay que escucharla para que en la música y en la voz tome cuerpo de veras todo lo que las palabras quieren decir):

Las penas y las vaquitas
se van por la misma senda.
Las penas son de nosotros,
las vaquitas son ajenas.

Esos cuatro versos encierran el manifiesto social más breve y complejo que conozco.

Andrés Calamaro