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La larga sombra de la tradición

La larga sombra de la tradición Releyendo Doña Perfecta para preparar las clases sobre Galdós, reparo en las palabras con que el canónigo don Inocencio sintetiza la visión que el pueblo entero de Orbajosa sostiene sobre el liberalismo progresista en la España del momento:

"Verdad es que si vamos a mirar atentamente las cosas, la fe peligra ahora más que antes... ¿Pues qué representan esos ejércitos que ocupan nuestra ciudad y pueblos inmediatos? ¿Qué representan? ¿Son otra cosa más que el infame instrumento de que se valen para sus pérfidas conquistas y el exterminio de las creencias, los ateos y protestantes de que está infestado Madrid?... Bien lo sabemos todos. En aquel centro de corrupción, de escándalo, de irreligiosidad y descreimiento, unos cuantos hombres malignos, comprados por el oro extranjero, se emplean en destruir en nuestra España la semilla de la fe..."

Y bien: ¿no recuerda esto a aquello otro de "los agentes profesionales de la subversión comunista en contubernio con el complot judeo masónico liberal en lo social"? ¿No hay aquí la misma reducción grotesca de la ideología contraria al burdo espectro de los come-curas y los destructores de esencias momificadas? Se ha dicho que Doña Perfecta falla como novela por el hecho de que sus personajes son puros símbolos ideológicos que no poseen la vitalidad humana de los de Fortunata y Jacinta, Miau o Misericordia. Es cierto. Pero lo que no se le puede negar a Galdós en este caso es el ojo profético. Porque el hecho es que esas mentalidades rígidas que pretendían regir el mundo a golpe de principio indiscutible --ah, la voluntad de poder-- existían aunque fueran un caso de inverosimilitud humana inserto en plena realidad, y que 60 años después de publicada la novela tuvieron su oportunidad de explayarse a gusto con el país. Bien dice Ricardo Gullón que "la tradición está viva en doña Perfecta".

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