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noticias de Gurb

Fogonazos de Gurb

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Es como el IKEA, pero en museo.

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Llamadme párvula...

Llamadme párvula...

 

 

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... pero últimamente este niño me trae de cabeza.

Lírica, plástica, blandula, Polifema mía

Lírica, plástica, blandula, Polifema mía Oh mi dulce Polifema, niña de ojo tiernamente cerrado sobre la melodía que te hiere el alma. Así llega siempre la belleza, niña en el lavabo, al instante siguiente de haberte secado la cara y dejándote suspensa en su música, aun la toalla en las manos. Oh mi Polifema dulce, quién debió ser la criatura prodigiosa que pudo dibujarte llena de gracia con tu ojo entornado suavemente sobre los acordes. Cuando me aqueja la melancolía, no tengo más que contemplarte la serena sonrisa, mi dulce Polifema, niña en cabellos, milagro del plastidecor entre los dedos infantiles.

Pasajes

Pasajes

La cucaracha

Gregorio Samsa
Gregorio Samsa
ya no puede caminar,
porque no tiene,
porque le faltan
las dos patitas de atrás.

Pobrecito Gregor Samsa,
pobrecito Gregor Samsa...

Diccionario Yahoo-Gurb

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failure delivery.
loc.  Jódete deliberadamente.
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Ora et labora

Ora et labora

Gurb va al médico de cabecera para consultarle sobre el que ya es tercer catarro del verano (ese equipo de aire acondicionado suspendido justo a su espalda).  Aprovecha y le pregunta a la doctora acerca de sus mandíbulas: ¿por qué si ya no se encuentra en aquel infiernillo oficinesco que le crispó los trapecios en hermosísimo caso de contractura muscular, sigue apretando los dientes por las noches?  ¿Por qué, si ya no continúa siendo asaltada por las iras del cliente razonablemente encolerizado?  Gurb está contenta con su trabajo.  Gurb ama esas dulces solapas satinadas de los libros a los que da el apresto final.  Es cierto que últimamente ha tenido que asumir más responsabilidades; pero podría decirse incluso que eso lo ha tomado por el lado bueno.  (Y las solapas siguen siendo tiernas y satinadas.)  ¿Por qué entonces Gurb hace rechinar los dientes?

La doctora ofrece una explicación inesperadamente trágica.  Dice que ese rechinar forma parte de la personalidad de Gurb.  Que su sentido del deber se manifiesta de ese modo.  Que su educación la ha llevado a interiorizar la responsabilidad de esa forma tensa y sostenida.  Los crujidos molares de Gurb son como un fatum.

Cuando Gurb me lo cuenta, no puedo menos que dedicar un momento al recuerdo de las monjitas que nos inculcaron con denuedo el bendito sentido del deber.

(De madrugada, como un estrépito de guijarros oscuro e íntimo, se oye el chasquido de los dientes de Gurb.)

Un libro

Un libro En sus conversaciones con Ligia, Gurb llega a la conclusión de que tiene que escribir un libro que se titule --no sé por qué, en portugués el sonido acoge con más amorosa sutileza la retranca de la ocurrencia-- A espetativa da formiga.  Semejante título desata tantas sugerencias sobre la vida de que estamos aquejados, que a Gurb se le va a hacer necesariamente difícil cumplir con todas ellas.  Es por eso que consigno aquí el hallazgo, no sea que de otro modo se pierda en la noche de los tiempos laborales. 

El rey que abdicó

El rey que abdicó No sé si se puede apreciar bien, pero este es el rey de la selva, colocado por la mano maestra de la pequeña Gurb en mitad de una lámina de dibujo escolar, entre monitos-haba de color rosa y elefantes-globo de color naranja (como ya dije en una ocasión, el mundo creado por los plastidecores de Gurb es de una libertad lírica perfectamente baudeleriana).  Pues bien: mirad a este rey francamente retirado de la Historia, este rey no mucho más grande que las tres bercitas nacidas frente a él, rey tierno y lejano cual Luis de Baviera al escuchar Lohëngrin .  Miradlo porque en su sintética figura, apenas reducida a cinco trazos --ah la simplicidad--, se cifra una minúscula protesta --la melenita erizada, ¿no os habéis dado cuenta?--, una delicada e infantil resistencia a las ostentaciones del poder.  Que sí, que sí: que ni Leoncio había constituido antes tamaña desmitificación de la realeza.  ¡Ah pequeño monarca, tierno como hoja de culantrillo, que yo tuviera muy a gusto a los pies de la cama, y que a veces contemplo para comprobar qué cosas pueden surgir de los dedos de un niño!

De la sabiduría popular y otras lloviznas para tiempos de sequía

De la sabiduría popular y otras lloviznas para tiempos de sequía

Para conocer a fulanillo, dale un carguillo.

(Recogido por Gurb, ah mi pequeña cómplice en la creación del lenguaje privado, en alguna parte debemos de guardar todavía aquel diccionario de glíglico que comenzamos y que al cabo de unos meses se quedó obsoleto a causa de esa impenitente voluntad de cambio que caracteriza a la lengua de los mimos.  Mi querida Gurb: estoy cansada, Martínez Ruiz es un lío y no consigo alcanzar la palabra que haga florecer el desierto (como la lluvia en Atacama).  Pero cuando me acuerdo de ti, sonrío y camino más despacio.)

Justicia histórica

Justicia histórica Practicando el deporte inventado por Wordsworth (ese de convertir la infancia en mito biográfico bajo el que refugiarse cuando la vida viene de canto), vuelvo a mis dibujos académicos y precozmente correctos de la E.G.B. Digamos que fui una niña repelente, sí. Mis padres y allegados se deleitaban, se congratulaban, se admiraban ante la perfección mimética con que yo podía reproducir las láminas que nos proponían los profesores. Ah, pero como siempre el genio se encontraba fuera del campo de visión general: cuando comparo la virtuosa sumisión de mis dibujos respecto a la realidad con la libre interpretación del mundo que se reconoce en los trabajos de mi hermana, no tengo más remedio que reconocer la radical originalidad de estos últimos. Contemplando al rey que abdicó, al niño-pollo, a los pajaritos-plátano o a la dulce Polifema --personajes todos que ustedes irán conociendo a lo largo de la recuperación histórica que me propongo hacer en sucesivas entregas--, uno adivina el poderoso mundo poético --lírico, irónico, tortuoso-- que guiaba la mano al dibujar.

Vaya como adelanto esta Lulú loca, frívola y despiporrada cual cocotte campestre y volandera.

Mi lugar ausente

Mi lugar ausente Gurb tiene un meñique con lunar que se levanta por elegante cuenta propia al tomar el café con leche por las mañanas o durante las visitas al dentista. (En los desayunos Gurb defiende su mutismo con firmeza de animal recién despertado, y mientras enguye su pan con mantequilla puede sentir invadido su espacio vital por la energía excesiva de mi verborrea o el embobamiento feliz con que me sorprendo de su existencia.) Gurb tiene un arte especial de la prisa (es una histérica del tiempo a su tiempo) y puede desatarse en ella la santa ira cuando se juntan hasta tres personas en el lavabo. A Gurb le encantan las camisetas de Paramita, las películas de Billy Wilder y las novelas de Pérez Galdós (lo cual demuestra el error de Cortázar, pues Gurb lo mismo se pirra por el garbancero que por Roberto Bolaño). Antes Gurb tenía un trabajo aburridísimo que la sacaba de quicio; ahora tiene uno nuevo en el que sortea los asedios de la locura laboral con pequeñas fintas estratégicas. Hay un hombre que dice que Gurb es la mujer más dulce que pisa la Tierra; pero lo cierto es que Gurb no le hace mucho caso: ella prefiere aprender a bailar samba y hablar cuatro idiomas y medio (una de las amigas de Gurb habla incombustiblemente por los codos, lo cual debe de ser extenuante a la vez que prueba de alguna extraña suerte de abundancia del corazón).

Gurb puede ser como una candelita o como una respiración compañera en la noche.

Gurb es sin lugar a dudas el mejor sitio de estar.

Cuando el mazo lo tiene Dios

Copio un fragmento del mail que mi hermana ha enviado hoy. Como aquello otro de Glauber Rocha, la frasecita aquí no tiene desperdicio: "Se Deus é com nós que será contra nós. Este mensaje preside una de las casitas del barrio donde vivo. Es un barrio humilde donde la gente hace vida en la calle cuando se pone el sol. Antes es realmente imposible. No sé qué pensaréis vosotros pero a mí me sorprende el contraste entre la piedad devota de esta gente humilde y este tipo de frases contestatarias".

(Por cierto: el pelo lo tiene ya completamente alborotado.)

Al otro lado del Atlántico...

Al otro lado del Atlántico... ...y casi a un salto del Pacífico, está ya mi hermana, que después de 17 horas de viaje, una tormenta tropical que ha dejado la ciudad sin Internet (vientos de 88 km/h según A Crítica Digital), una hilarante subida de 44 quilos de maletas a un 3º sin ascensor, y una fascinada toma de contacto con el paisaje, el paisanaje, el ruido y los olores de la capital del Amazonas, ya se ha instalado en Manaus. A pesar del calor insoportable (me pregunto cómo debe de habérsele puesto el pelo a estas alturas), le envidio las horas de luz y la posibilidad de trabajar en plena floresta amazónica. Y como todavía estoy a la espera de las fotos, de momento me apaño con esta e inauguro la sección de noticias sobre Brasil.