Obscenidades
El jueves por la noche me perturbaron las palabras de un periodista inglés (un tal Justin Webster, creo recordar) al que entrevistaron en La 2. La verdad es que lo que el tipo dijo ya lo habían dicho antes en los telediarios; pero en ese momento, al comprobar la normalidad con que el tal asumía la cuestión (el tal y todo su país), la imagen del mundo me causó vértigo: resulta que los ingleses no se preguntaban si esto iba a suceder; sino cuándo iba a suceder. Estar esperando. Es decir: de pocas cosas podemos estar seguros en esta vida; pero de que un día de estos una porción de ciudadanos saltará por los aires, de eso no cabe duda. Podríamos, incluso, marcar un calendario. De hecho, en alguna parte, hay un calendario marcado.
Y qué. Lo más terrible es eso: y qué. (En El tercer hombre, Lime le explica a Martins que vistos desde lejos los hombres son hormigas cuya muerte no causa escalofrío alguno.) ¿No da la sensación de que todo esto es una cuestión de familias? ¿No da la sensación de que la vida que vivimos es la ficción de aquí abajo, donde jugamos a que nuestros destinos nos pertenecen? ¿No parece que estamos en la caverna? Lo digo porque desde la noche del jueves las cosas me parecieron de otro modo radicalmente distinto a como las veo normalmente. No es que antes no haya sostenido esto mismo; pero desde esa noche se me muestra tan claro... Quiero decir: existen unas cuantas elites en lo alto del mundo (allí donde verdaderamente la realidad tiene lugar), una serie de familias que poseen dinero y armamento y compiten por el reparto del pastel. Actualmente hay una de ellas a la que no se le concede la porción que desea (a mí que no me jodan: a al-Qaeda la radical desposesión de futuro de la juventud palestina no le importa más que como caldo de cultivo, y visto por el otro lado, la única diferencina entre Bush, Putin y Bin Laden es que este último no se sienta a la mesa del G7. Nosotros estamos en medio. Nosotros somos, además de su fuerza de producción (material e ideológica), su moneda de cambio: los ingleses ya sabían que lo de ayer tenía que suceder; esto es, Blair ya sabía que su jugada estratégica dentro de la familia a la que pertenece le iba a costar un desembolso humano (casi me sonroja escribir esto, pero me acuerdo de El tercer hombre y entonces deja de parecerme aventurado).
Dice Blair que el terror no conseguirá hacernos abandonar los valores democráticos. Yo ya no estoy segura de saber qué coño es eso. No me parece que la expresión 'valores democráticos' se refiera a nada que exista fuera de la caverna.
Y qué. Lo más terrible es eso: y qué. (En El tercer hombre, Lime le explica a Martins que vistos desde lejos los hombres son hormigas cuya muerte no causa escalofrío alguno.) ¿No da la sensación de que todo esto es una cuestión de familias? ¿No da la sensación de que la vida que vivimos es la ficción de aquí abajo, donde jugamos a que nuestros destinos nos pertenecen? ¿No parece que estamos en la caverna? Lo digo porque desde la noche del jueves las cosas me parecieron de otro modo radicalmente distinto a como las veo normalmente. No es que antes no haya sostenido esto mismo; pero desde esa noche se me muestra tan claro... Quiero decir: existen unas cuantas elites en lo alto del mundo (allí donde verdaderamente la realidad tiene lugar), una serie de familias que poseen dinero y armamento y compiten por el reparto del pastel. Actualmente hay una de ellas a la que no se le concede la porción que desea (a mí que no me jodan: a al-Qaeda la radical desposesión de futuro de la juventud palestina no le importa más que como caldo de cultivo, y visto por el otro lado, la única diferencina entre Bush, Putin y Bin Laden es que este último no se sienta a la mesa del G7. Nosotros estamos en medio. Nosotros somos, además de su fuerza de producción (material e ideológica), su moneda de cambio: los ingleses ya sabían que lo de ayer tenía que suceder; esto es, Blair ya sabía que su jugada estratégica dentro de la familia a la que pertenece le iba a costar un desembolso humano (casi me sonroja escribir esto, pero me acuerdo de El tercer hombre y entonces deja de parecerme aventurado).
Dice Blair que el terror no conseguirá hacernos abandonar los valores democráticos. Yo ya no estoy segura de saber qué coño es eso. No me parece que la expresión 'valores democráticos' se refiera a nada que exista fuera de la caverna.
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