Blogia
aunqueseaceniza

La ley de la porra

La ley de la porra

Mes de febrero: a K., novio de A., lo detienen en la calle dos mossets d’esquadra y le dicen que al día siguiente tiene que participiar de relleno en una rueda de reconocimiento.  Esto --os lo advierto, queridos míos, sobre todo a los que tengáis cara de malos malosos-- le puede suceder a cualquiera de nosotros (es un deber colaborar con las instituciones, lo mismo siendo parte de una mesa electoral que codeándonos con un grupo de presuntos violadores); pero como el agravio comparativo es bastante evidente (¿necesito mencionar el pequeño detalle de que K. es magrebí?), A. monta en cólera y telefonea als mossets para armarles la de Dios.

Lunes 6 de este mes, a eso de las 9.40.  Transbordo de Paral·lel.  Subo al vagón, me siento y veo venir en mi dirección a dos guardias de seguridad (esa turbia parapolicía que puebla el metro a menos que se la necesite en San Juan para detener a un gorila exaltado que le ha abierto la cabeza a otro tipo).  Pasan de largo junto a mí y se detienen al pie del marroquí que tengo a mi espalda.  Lo sacan del vagón y le piden el billete.  Al conductor del metro le hacen una señal avisándole de que puede arrancar sin problema.  O sea:  por mis cojones y por tu cara morena hoy vas a perder el metro. 

Sábado 11 de este mes, a eso de las 9.45.  Ronda de Sant Antoni, dirección al mercado.  Dos mossets d’esquadra paran a un negro y lo apartan a un lado de la acera, con la espalda contra la pared.  El sujeto en cuestión levanta un poco los brazos, como diciendo que con él no van asuntos policiales. Uno de los mossets llama a la central, mientras el otro tranquiliza al negro diciéndole que si no tiene nada pendiente, lo dejarán seguir con el paseo. 

¿Y alguien puede explicarme qué carajo hacía la poli francesa metiéndose en la Sorbona para desalojar a los estudiantes?

Democracia europea, que le llaman.

0 comentarios