Divino candor
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Cuenta Juan Ramón Jiménez que allá por los finales del XIX, Valle-Inclán se iba a la casa de Candelas con este número de Alrededor del mundo bajo el brazo, entraba en el local, se sentaba en una mesa del fondo, colocaba la revista ante sí apoyándola contra una botella de agua, y se quedaba "absorto, inefablemente sonreído sobre la Primavera de Botticelli". Chicuelillo mío...
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