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Luces y pueblo

Bien decía Voltaire que si no existía Dios, había que inventarlo para tener bajo control a mujeres y criados. La Ilustración española, ducha en moderaciones por la cuenta que le traía,  también afirmaba que era necesario no extender ciertas verdades entre el vulgo; pues sin formación suficiente para asimilarlas correctamente, el pueblo podía tomar el rábano por las hojas y armar una revolucioncita. Qué no hubieran dado los eximios representantes de las Luces por legitimar su recato ideológico poniendo como ejemplo las revueltas en la banlieu de París o los suicidios aniquiladores del fanatismo islámico: y claro, a quién se le ocurre insuflar la liberté-egalité-fraternité en las cabecitas de quienes nunca tendrán medios para ejercerlas; a qué llevar el cibercafé hasta el corazón de la pobreza. Luego uno se entera de que otros viven mejor, y pasa lo que pasa.

En el fondo, unos y otros (y Larra, ahora que me acuerdo) tenían razón: antes que Internet, una escuela y mucha pasta.

 

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