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Sobre platonismo y otros desvaríos del ELE

Sobre platonismo y otros desvaríos del ELE

Sandro Botticelli, Retrato de un joven, c. 1480.  National Gallery of Art, Washington 

De Forges (no encuentro la viñeta):

--¿Profesión?

--Animadora, educadora, actriz, maestra, psicóloga, guía turística, acompañante, traductora, ponente, lingüista, psiquiatra, diseñadora, formadora, escritora, dibujante, gesticuladora y paseante.

--Todo eso no cabe.

--Pues ponga "profe de español", que es lo mismo.

***

Mi niño ha cumplido apenas 18 años.  Tiene el pelo largo (por debajo de los hombros), negro, brillante, liso; la piel blanca; los ojos oscuros, grandes, un poco tristes.  La boca..., ah por Dios, no hablemos de la boca.  No le corresponde estar en mi grupo de visitas, sino en el de Laia; pero siempre viene con nosotros.  Cuando nos detenemos a explicar algo, se coloca a mi derecha o justo frente a mí.  Escucha con una ligera, casi tranquila avidez (tiene unas maneras serenas, elegantes, cadenciosas; su modo de responder a las preguntas o de formularlas parece responder al pulso interior de una música muy callada).  De vez en cuando apunta algo de lo que digo en un cuadernito.  Yo me lo comería, señoras y señores, confieso que siento un amor platónico por este niño que me busca al reunirse el grupo frente a Ciencia y caridad

Al salir del museo, me acerco a Laia para despedirme.  Se está haciendo fotos con los chicos de su grupo, y yo me despido también de ellos.  Entonces mi niño me tiende la mano, estrecha la mía durante un instante más de lo que bastaría a los usos sociales --yo deliro, ya estoy instalada en mi propia versión de Lolita--, me agradece mucho mis explicaciones, me gana en mi terreno este encantador de serpientes, me echa el anzuelo en la vanidad y me desmonta la presencia de ánimo --soy ahora una niña arrobada-- este adolescente en que la seducción es un talento natural y casi afirmaría (cómo interpretar esa suave inteligencia de los ojos) que ejercido con ingenuidad. 

Quién me iba a decir a mí que enseñando español iban a materializarse tan dulcemente mis lecturas de Steiner.  Fuera yo griega, joé, y pudiera ejercer aquello del discipulazgo...

 

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