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aunqueseaceniza

C/Riereta con Sant Bartomeu, 12.35 h

Nada más salir de casa, un chaval (¿de ascendencia?) marroquí de 13 ó 14 años pasa como una exhalación por mi calle. Doblo la esquina del callejoncito y veo venir tras él a un urbano, que comienza a ralentizar su carrera. Un ladronzuelo, pienso. También pienso: vaya con el gordito, para estas lides los polis debieran estar mejor de forma. En la placita hay un grupillo de gente comentando. Un niño pregunta qué ha pasado, una mujer responde: "Pues que ha habido un robo y la policía persigue al ladrón".

Enfilo por la calle que hace esquina con el mesón David. Llego a media calle y veo que al final un poli intercepta la carrera de un huido, este se sienta en la esquina, inmediatamente resignado, y entonces llega otro urbano y se oye llegar un coche. Creo que el marroquí no es el chaval del comienzo, deben de ser dos o vaya usted a saber. El segundo urbano que llega, comienza a gritarle al detenido, que no estaba ofreciendo ninguna resistencia, lo patea y lo patea, lo sacude, lo pone bocabajo, le aprieta la cabeza contra el suelo, se la levanta, se la refriega contra la acera. El detenido comienza a gritar: "¡En la mandíbula no, la mandíbula rota!" El urbano grita y grita y grita. De repente hay 15 urbanos, dos coches y tres motos rodeando al tipo. Un grupo de gente y yo estamos atónitos ante la detención, la policía empieza a pedirnos que nos vayamos.

Me alejo un poco por Riereta, pero sigo mirando. Continúan los gritos. Un poli muy alto avanza hacia los que estamos parados a una distancia media. "Retirin-se, retirin-se". Le digo: "Tampoc  no és per tant, no?" Mientras camina hacia nosotros me responde: "I si ha fet mal a una àvia, què?". Nunca habían apelado a mi sentido de la piedad de un modo tan rastrero. "Si ha fet mal a una àvia, se’l deté, i a la presó i ja està". Sigo mi camino para doblar por Sant Bartomeu; porque en esa esquina tiro siempre la basura. En este punto ya tengo el cuerpo revuelto; pero la puntilla llega cuando con el detenido en el coche, el vehículo me impide el paso porque también dobla por Sant Bartomeu y se para cruzado justo en la esquina. Se han topado con uno de esos pivotes negros que se ponen en las aceras para impedir el aparcamiento. Entonces sale un urbano del coche, abre la puerta de atrás, increpa al detenido: "¿¡Qué te pasa!? ¿¡Eh!? ¿¡Qué te pasa!? ¡Que te estés quieto!", a lo que el marroquí pregunta que "por qué me pegas en la mandíbula". El urbano mete entonces medio cuerpo en el coche y al grito de "¡se acabó!, ¡ya!, ¡se acabó!", comienza a golpear al detenido y lo golpea y lo golpea y lo golpea y lo golpea.

El marroquí se calla.

El urbano saca la cabeza del coche, vuelve a la parte delantera, y arrancan.

Hablo con una vecina que como yo estaba mirando.
Tiro la basura al contenedor.
Me dan ganas de tirarme yo también por no haberme acordado de sacar el móvil.

5 comentarios

oscar -

asco. lo primero que yo he sentido ha sido asco. lo segundo, no lo niego, miedo. ellos tiene la autoridad y la manera de ejercerla es arbitraria (ya que no considero que tengan juicio. juicio, eso es realmente lo que falta).
Ellos nos defienden? no creo que mi abuela, robada en medio de la calle, aprobara semejante cobardía.

Noelia -

Cuando he leído lo que has presenciado en el mail quería difundirlo de alguna forma. Me lo llevo al Facebook.

N. -

Pues mira que lo primero que yo he pensado ha sido: ¿su móvil tiene cámara? Y después: se lo habrían incautado. O habría sido la segunda en haber sido apaleada, por atentado contra la autoridad. Que la poli es autoridad, no lo olvides.
(Aunque ya puestos, si alguna vez te encuentras en la tesitura, recuérdales que si la policía es autoridad, un profesor también lo es. Cachondearse, se van a cachondear igual, pero al menos te quedas tan ancha).

Nadie67 -

¡Y qué miedo! Menos mal que el alcalde Trias no es de ascendencia marroquí. No podría dormir tranquilo, rodeado de tanto urbano.

Alicia -

Qué dolor... Un abrazo.